Cardenal Jorge Mario Bergoglio
El primer Papa americano es el Jesuíta argentino Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires. Es una figura destacada de todo el continente y un pastor sencillo y muy querido en su diócesis, que ha visitado a lo ancho y a lo largo, incluso trasladándose en medios de transporte público, en los quince años de ministerio episcopal.
"Mi gente es pobre y yo soy uno de ellos", ha dicho más de una vez para explicar la opción de vivir en un apartamento y de prepararse la cena él mismo. En la capital argentina nació el 17 de diciembre de 1936, hijo de emigrantes piamonteses: su padre, Mario, era contador, empleado en ferrocarril, mientras que su madre, Regina Sivori, se ocupaba de la casa y de la educación de los cinco hijos.
Se diplomó como técnico químico, y eligió luego el camino del sacerdocio entrando en el seminario diocesano de Villa Devoto. El 13 de diciembre de 1969 recibió la ordenación sacerdotal de manos del arzobispo Ramón José Castellano. Prosiguió la preparación en la Compañía de 1970 a 1971 en Alcalá de Henares (España), y el 22 de abril de 1973 emitió la profesión perpetua. De nuevo en Argentina, fue maestro de novicios en Villa Barilari en San Miguel, profesor en la facultad de teología, consultor de la provincia de la Compañía de Jesús y también rector del Colegio. El 31 de julio de 1973 fue elegido provincial de los jesuítas de Argentina, tarea que desempeñó durante seis años. Es el cardenal Antonio Quarracino quien le llama como su estrecho colaborador en Buenos Aires. Así, el 20 de mayo de 1992 Juan Pablo II le nombra obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires. El 27 de junio recibe en la catedral la ordenación episcopal de manos del purpurado. Como lema elige Miserando atque eligendo y en el escudo incluye el cristograma ihs, símbolo de la Compañía de Jesús. Concede su primera entrevista como obispo a un pequeño periódico parroquial, "Estrellita de Belén". Es nombrado enseguida vicario episcopal de la zona de Flores y el 21 de diciembre de 1993 se le encomienda también la tarea de vicario general de la arquidiócesis. Por lo tanto no sorprendió que el 3 de junio de 1997 fuera promovido como arzobispo coadjutor de Buenos Aires. Antes de nueve meses, a la muerte del cardenal Quarracino, le sucede, el 28 de febrero de 1998, como arzobispo, primado de Argentina. El 6 de noviembre sucesivo fue nombrado Ordinario para los fieles de rito oriental residentes en el país y desprovistos de Ordinario del propio rito.
Tres años después, en el Consistorio del 21 de febrero de 2001, Juan Pablo II le crea cardenal, asignándole el título de san Roberto Bellarmino. En esa ocasión, invita a los fieles a no acudir a Roma para celebrar la púrpura y a destinar a los pobres el importe del viaje. Gran canciller de la Universidad Católica Argentina, es autor de los libros Meditaciones para religiosos (1982), Reflexiones sobre la vida apostólica (1986) y Reflexiones de esperanza (1992). En octubre de 2001 es nombrado relator general adjunto para la décima asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos, dedicada al ministerio episcopal, encargo recibido en el último momento en sustitución del cardenal Edward Michael Egan, arzobispo de Nueva York, de presencia necesaria en su país a causa de los ataques terroristas del 11 de septiembre. En el Sínodo subraya en particular la "misión profética del obispo", su "ser profeta de justicia", su deber de "predicar incesantemente" la doctrina social de la Iglesia, pero también de "expresar un juicio auténtico en materia de fe y de moral".
Mientras, en América Latina su figura se hace cada vez más popular. A pesar de ello, no pierde la sobriedad de trato y el estilo de vida riguroso, por alguno definido casi "ascético". Con este espíritu en 2002 declina el nombramiento como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, pero tres años después es elegido y más tarde reconfirmado por otro trienio en 2008. Entre tanto, en abril de 2005, participa en el cónclave en el que es elegido Benedicto XVI. Como arzobispo de Buenos Aires -diócesis de más de tres millones de habitantes- piensa en un proyecto misionero centrado en la comunión y en la evangelización. Cuatro los objetivos principales: comunidades abiertas y fraternas; protagonismo de un laicado consciente; evangelización dirigida a cada habitante de la ciudad; asistencia a los pobres y a los enfermos. Apunta a reevangelizar Buenos Aires "teniendo en cuenta a quien allí vive, cómo está hecha, su historia". Invita a sacerdotes y laicos a trabajar juntos. En septiembre de 2009 lanza a nivel nacional la campaña de solidaridad por el bicentenario de la independencia del país: doscientas obras de caridad para llevar a cabo hasta 2016. Y, en clave continental, alimenta fuertes esperanzas en la estela del mensaje de la Conferencia de Aparecida de 2007, que define "la Evangelii nuntiandi de América Latina". Hasta el inicio de la sede vacante era miembro de las Congregaciones para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, para el clero, para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica; del Consejo pontificio para la familia y de la Comisión pontificia para América Latina.
Extractado de: Librería Editrice Vaticana - © Copyright En la iglesia prevalece la Esperanza
La Conferencia Episcopal Boliviana recibe, con profundo gozo y agradecimiento a Dios, la elección del Santo Padre Francisco en la persona del hasta ahora cardenal Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires, nacido en Argentina, América Latina, el continente de la esperanza. Le enviamos nuestra felicitación y le manifestamos la adhesión y cariño fraterno de la Iglesia que peregrina en Bolivia.
Es un acontecimiento histórico que tiene su origen en profundos designios divinos. Hay que resaltar que se trata del primer papa latinoamericano, elegido en uno de los cónclaves más cortos de los últimos tiempos y que inicia una nueva etapa en la vida de la Iglesia.
A través de este acontecimiento la Iglesia latinoamericana recibe un regalo del Espíritu Santo que, al mismo tiempo, la compromete a brindar lo mejor de sí para la vida de la Iglesia Universal y la misión que ha recibido de Cristo. Destacamos y celebramos los primeros gestos del Papa, un hombre sencillo y de profunda fe, que nos ha invitado a orar por el Papa Emérito y por él mismo, que ha querido encomendarse a nuestra Madre la Virgen María y ha manifestado su deseo de caminar junto a su pueblo en fraternidad, amor y confianza.
Extractado del Comunicado de la CEB del 14 de marzo de 2013.
(Fuente: Boletín Informativo ECOBOL 05/2014)
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