Para hacer memoria de este hecho histórico recordemos que don Esteban Arze volvióse a levantar contra los españoles el 29 de octubre de 1811 siendo nombrado por el Cabildo de la ciudad como Comandante General de Armas del Ayuntamiento de la ciudad y de la provincia, don Mariano Antezana es nombrado inicialmente Presidente de la Junta Provisional Gubernativa de la provincia de Cochabamba y en una posterior acta del cabildo se le nombra Gobernador Intendente de Cochabamba.
Esteban Arze se ocupó de reorganizar el Ejército cochabambino y Mariano Antezana en el apoyo logístico. Esteban Arze y la Junta Provisional de la Provincia de Cochabamba inmediatamente presentan su adhesión a la Junta Gubernativa de Buenos Aires a través del informe que hace al General Martín Pueyrredón Presidente de la Real Audiencia de Charcas y General en Jefe de las Provincias del Río de la Plata.
Entre tanto Goyeneche en su intención de ir hacia el sur contra la fuerzas del Ejercito auxiliar del Río de la Plata, tuvo que retornar para aplacar la segunda revolución de Cochabamba al mando de Esteban Arze y Mariano Antezana. Una vez llegado Potosí inicia una serie de represiones como confiscaciones, encarcelamientos, fusilamientos, ahorcamientos, engrillamientos, azotes y todo género de violencias contra los patriotas y supuestos adherentes. (22/05/1812).
De acuerdo a un informe que hacía Antezana a Belgrano le comunica los puntos en que se encontraban las fuerzas patriotas: Totora, Mizque, Colcapirhua, Toracarí.
Arze determinó mover su campamento inmediatamente para tomar las alturas de Pocona y hacer resistencia en aquellas. En aquel día y siguiente apenas pudo llegar a Vacas y el 24 en la mañana cuando llegó a las alturas o lomada de los Paredones ya el enemigo tenía ocupada por sus avanzadas la altura de Quehuiñal y subida la cuesta dispuso toda su artillería y fusilería, caballería e infantería de garrote; hizo su primera descarga general y luego los contrarios con su fuego activo se avanzaron. Los contrarios tomaron prisioneros de los nuestros y todos los cañones, la caballería no entró en acción y todos tomaron la fuga, con ellos el general Arze.
De ese modo en las alturas de Pocona lo que se llama el Quewiñal el 24 de mayo de 1812 ocurrió la batalla con el indicado nombre contra las fuerzas de Goyeneche en la que salió derrotado Esteban Arze, de ese modo, Cochabamba quedó indefensa ante la arremetida contra la ciudad.
Sin embargo, al anoticiarse de la incursión de Goyeneche con esas intenciones el pueblo cochabambino se reunieron en Cabildo Abierto(26 de mayo) en la que Antezana les dijo: "Cumplireís lo que habéis dicho de defender la Patria y la excelentísima Junta de Buenos Aires? Algunos respondieron que sí, pues ya no habían más de mil hombres escasos, y solamente las mujeres dijeron "si no hay hombres nosotras defenderemos" las indicadas mujeres armadas de cuchillos, palos barretas y piedras tomaron el arsenal y entrando ellas sacaron los fusiles, cañones y municiones y fueron al punto de San Sebastián y de ese modo las mujeres asumieron la defensa. Al día siguiente (27 de mayo)
Según la versión del escritor Ramallo en su fragmento "San Sebastián" relata la situación en primer lugar del ejército de Goyeneche en las puestas de Cochabamba y dice así: Las fuerzas patriotas estaban ubicadas en: Las alturas de San Pedro, Alalay, el Ticti y San Sebastián, fueron coronadas por los defensores de Cochabamba, que impávidos esperaban la hora del sacrificio.(...)
El inicio de las acciones partieron de ios patriotas según Ramallo explicando así:
Algunas detonaciones partieron del Ticti y de Alalay y se cuenta que el vencedor de Pocona creyó por un momento, que eran salvas en honor de su llegada, pero cuando notó el polvo que levantaba los proyectiles de los cañones de estaño, no pudo contener su indignación; y creció ésta al ver que la mayor parte de estos cañones estaban rodeados por las mujeres que enseñaban a los hombres a pelear por la libertad de la Patria y lanzaban vítores a ésta desde su cumbre (...)
Goyeneche no esperó un minuto por esta osadía e inmediatamente procedió al ascenso de la colina: Ardiendo en furor mandó hacer alto a las columna, las hizo formar en masa y refrenando su caballo de batalla al frente de ellas les dijo: "¡Soldados! Sois dueños de las vidas y haciendas de los insurgentes, marchemos a exterminarlos" Una hurra a su caudillo resonó en las filas realistas(...) Luego esas tropas fuertes en más de 5.500 hombres, de las tres armas, formaron en batalla.
Los patriotas en la colina respondían con provocación de este modo: En la cumbre o coronilla del citado cerro, habían los patriotas colocados con mayor número de cañones, aprestándose a servirlos hombres mujeres y niños. Los que tenían fusil, arcabuz, honda o makana, se alistaban para defender los flancos descubiertos. A retaguardia y al pie del cerro una multitud de mujeres, que con gran algaraza, daban vivas a la Patria, repetían los japupeos, silvidos y carcajadas, como desafiando a los peninsulares.
Del alto de esa colina partieron los primeros disparos de cañón y de fusil; las tropas reales siguieron avanzando a paso de carga y cuando notaron que sus armas podían ofender, rompieron en nutridas descargas sobre los defensores de la colina.
Un alarido de rabia contestó al fuego y éste se hizo más concentrado y rápido. Los disparos de los cañones patriotas se hacían muy escasos, se calentaron las piezas y faltaron las municiones, de manera que silenciaban los cañones y la multitud que rodeaba al pie de la colina, empezó a alejarse bajo el fuego nutrido y mortífero de los realistas que les hacían mucho daño. Los granaderos estrechaban entre tanto el círculo de muerte; la hora de la matanza había llegado, y los disparos de los soldados de la tiranía mezclados con los ayes de las víctimas, atronaban el espacio.
Cerca de 300 personas habían quedado en la colina, entre hombres, mujeres y niños, resueltos a vender caras sus vidas y al encontrase dentro ese circulo de fuego y hierro, hicieron desesperados esfuerzos para defenderse.
Todo fue inútil, empezó la matanza que duró mucho tiempo; cesó el fuego y las bayonetas hicieron su sangriento oficio. No se dio cuartel a nadie, ni a las mujeres ni a los niños, algunos de estos que pedían perdón de rodillas arrastrándose a los pies de los soldados, eran clavados por estos contra el suelo.
La soldadezca sin disciplina ni moralidad alguna, cometió durante tres días, cuanto crimen puede imaginarse. Nada fue respetado, solo se veía en la ciudad mártir, hogares profanados, comercios saqueados, casas incendiadas, cadáveres insepultos y sangre y desolación por todas partes!
¡Tal fue la espantosa hecatombe del 27 de Mayo de 1812! Este puñado (300 personas aproximadamente) de valerosas mujeres ancianas, jóvenes y niños que solamente con el único interés de defender el suelo patrio y sus moradas se enfrentó contra este agresor quién sin contemplar la situación de desventaja y de ser mujeres y niños atropello matándoles, persiguiéndoles y destruyendo sus moradas de los insurgentes en la ciudad de Cochabamba ese día luctuoso del 27 de mayo de 1812.
El soldado Turpín explica después de la toma de Cochabamba por Goyeneche su ejército procede así: "Después que se había posesionado el enemigo de la ciudad empezaron a saquearla, cada división con sus respectivos jefes, quebraron todas las puertas y ventanas; los de la caballería salieron a estancias o haciendas a hacer otro tanto."
Durante su estadía en Cochabamba Goyeneche persiguió a los insurrectos y es el caso de Don Mariano Antezana que según relata el soldado Turpin que indica así: "A los seis días de mi prisión,(2/06/1812) apresaron también al señor Antezana, del convento de san Francisco (en la Recoleta), le dieron tres días de término(5/06/1812) y lo pasaron por las armas después; después de muerto le cortaron la cabeza y colocaron en la plaza mayor de la ciudad, y el cuerpo llevaron al punto de San Sebastián"
(Fuente: Boletín ECOBOL 07/2012)
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