Bicentenario del 25 de mayo de 1809

Antecedentes

Una gran mayoría de los historiadores y sociólogos autorizados concuerdan en admitir las razones económicas como determinantes de la independencia de la América Hispana.

Los reglamentos a que estaba sometido el comercio en la América española tenían por objeto conservar el monopolio del tráfico para la metrópoli. Es decir, que "sus" colonias deberían recibir sus productos y estas enviar su producción a precios que eran fijados por la corona. Era tal el monopolio que las colonias no podían enviar sus productos por los puertos de su preferencia sino por los predeterminados y rutas especiales establecidas por el monopolio español.

Otro factor que precipitó el movimiento independentista es el descontento contra las malas autoridades y privilegios de éstos. La mayor parte de los participantes en el proceso revolucionario lo conforman gentes de la población criolla y mestiza. El clero, especialmente, veía con disgusto que las mitras y prebendas recaían preferentemente en los peninsulares; justificándose de esta manera la presencia de numerosos clérigos entre los  alzados.

Por supuesto, que a estos dos sectores debe añadirse el tercero y determinante durante el prolongado proceso de lucha luego del estallido del 25 de Mayo de 1809, la presencia de los sectores populares, pobladores originarios del campo y las ciudades que secundaron el proceso revolucionario durante su duración.

Precursores de la revolución
En este movimiento, los universitarios de Charcas que provenían de diversas partes del continente tuvieron un papel propagandista de los "derechos del hombre" que había proclamado la revolución francesa. Los universitarios de Charcas en sus reuniones, en los claustros de San Francisco Xavier y de la Academia Carolina que cuestionaban hacía tiempo la legitimidad del gobierno colonial y la necesidad de que los pueblos del continente eligieran sus formas de gobierno y administración de acuerdo a sus propios intereses, aguardaban la ocasión, en los territorios de Charcas, como en otras latitudes del virreinato de Buenos Aires o la propia ciudad de La Paz.

Surgimiento de la idea de libertad
Surgió en La Plata, Chuquisaca, desde que se tuvo conocimiento de que había desaparecido la dinastía legítima en el trono de España e Indias, "Las colonias no pertenecen a la nación española, sino al rey, a título feudal, Así lo proclaman las Leyes de Indias, La sumisión y vasallaje no son a España sino a la persona del rey; preso éste, las provincias de América deben velar por su seguridad y destino propios". Tal era el fundamento jurídico que los Doctores de Charcas habían ideado para cimentar la propaganda revolucionaria desde 1808.

Clima de tensión
Los sucesos acaecidos en Europa se proyectaron hasta Chuquisaca que se mostraba consternada por la suerte del Rey Fernando VII y por las divergencias entre el presidente de la Audiencia, Ramón García Pizarro y el arzobispo Moxó y Francolí de un lado, y los oidores y doctores del otro. Esta situación fue agravada por el arribo de Goyoneche que venía como enviado por la junta de Sevilla para reclamar la adhesión de las autoridades americanas; al mismo tiempo trajo otras dos credenciales: una, de las autoridades francesas que ocupaban España y otro como enviado de la princesa Carlota Joaquina esposa del príncipe portugués que gobernaba Brasil. Ella pretendía se le entregasen las colonias españolas mientras su hermano Fernando VII, estaba preso en Francia.

La oposición de los oidores al presidente de la Audiencia se hizo más tenaz porque descubrieron su apoyo a las pretensiones de Carlota, Al transcurrir los días de mayo, se hizo manifiesta la hostilidad de los miembros de la Audiencia hacía el presidente García Pizarro quien hubiera instruido sumario secreto contra ellos. Por tanto el presidente y el arzobispo eran unos traidores a la causa de Fernando VII.

25 de Mayo de 1809, el día del estallido
A la voz de "quieren entregarnos a los portugueses" la agitación llegó a su climax. Pizarro se vio obligado a tomar medidas, entre ellas, el de mandar a apresar a los cabecillas de la plebe, los hermanos Zudáñez y de los oidores. Alrededor de las primeras sombras de la noche del jueves 25 de mayo de 1809, los soldados tomaron preso al abogado de pobres, Jaime Zudáñez, quien, durante el recorrido a la cárcel lanzó invocaciones al pueblo para que se movilizara en defensa de su persona. Sus gritos, se dice, eran el santo seña que esperaban los revolucionarios.

Los hermanos Joaquín y Juan Manuel Lemoine ganaron las torres de la iglesia de San Francisco y echaron a vuelo las campanas convocando al pueblo a luchar por la libertad, otros se encargaron de repicar las campanas de la torre de la Catedral Metropolitana.

¡Muera el mal gobierno! ¡Viva Femando VII!, eran las expresiones que encubrían los fines últimos del movimiento revolucionario.

Ante la peligrosidad de la plebe en alzada, Ramón García Pizarro dió libertad a Jaime Zudáñez, pero el tumulto quería más: la renuncia del presidente y por su puesto cañones y armas.

La excitación pasó a ocupar el primer plano. Gentes de ambos sexos y todas las edades convergían hacia la plaza. Michel, Monteagudo, los Zudáñez, Lemoine, Toro, Miranda, Sivilat, Paredes, Amaite, Cuellar, Ramos, Estrambasaguas, Ponce y otros, entremezclados con el gentío, buscaban que la noche desembocase en algo más que un alboroto intrascendente.

El pueblo chuquisaqueño se movía como un oleaje. Lo movían elementos criollos de la clase intelectual, doctores de leyes, estudiantes de la Academia Carolina.

Los alzados fueron al Cabildo para sacar cañones, cargándoles con piedra porque carecían de proyectiles. Casi al amanecer del 26 de mayo, los guardias y el presidente de la Audiencia se rindieron deponiendo éste el cargo. Al entrar a prisión pronunciaría las célebres palabras: "Con un Pizarro comenzó la dominación española, con un Pizarro comienza hoy la Independencia".

Lo que devino luego, el alistamiento de brigadas de defensa de la revolución con la conformación de nueve compañías, en los que se alistaron artesanos de todos los oficios, gentes de color; además el envío de emisarios para continuar el proceso emancipador iniciado: a La Paz se dirigieron Mariano Michel y Mercado, a Cochabamba Alzérreca y Pulido, mientras que a Santa Cruz fue el emisario Lemoine, Bernardo Monteagudo fue hacia el sur, Potosí; así se continuó escribiendo la nueva historia con la sangre de los habitantes de Charcas que culmino tras casi 16 años de sacrificada guerra con la firma del Acta de la Independencia de la Patria, un 6 de agosto de 1825.

(Fuente: Boletín ECOBOL 09/2008)

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